Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana la muerte corporal


Aunque Sócrates dicen que alcanzó la muerte con relativa placidez, bien que ayudado por amigos y un buen sorbo de cicuta, no creo que nunca dijera de la Parca que le parecía bella y atractiva. Cierto que la invitó a llegar, tal vez porque no le quedara otro remedio. Y ya que habría de venir de todas todas, mejor sería entreabrir la puerta, no terminara haciéndola astillas.
En lo que yo sé, fue Francisco Bernardone, hijo de Pedro, comerciante en telas, y de Pica, ama de casa especialista en tortillas, francesas por supuesto, natural de Asís, y conocido después como “el poverello”, el que se pasó de alabanzas y llegó hasta llamar hermana a la misma muerte. Así, con dos…
Tal vez por ello luego le llamaran santo. Y estoy seguro de que le hicieron una mala faena, porque él nunca quiso tal cosa, y es más que probable que cuando se enteró de todo el asunto de los altares se llevaría un disgusto enorme. Pero como era un ser pacífico y de buen conformar, no movió un solo dedo para cambiarlo.
Para que el buenagente de Francisco llegara a sentir así algo tuvo que pasar.  Y algo pasó, cierto, antes de él, y durante él.
Ahora me voy a dedicar a comentar el “antes”; y dejo para otro rato el “durante”, que es cosa que me gustaría tratar despacio y con buena letra. Así pues, allá nos vamos.

1) Versión díver:



2) Versión seria pero literaria:

 
EL AMIGO MUERTO
Mientras Jerusalén abría sus doce puertas para recibir a los pere­grinos que llegaban a celebrar la Pascua, nosotros estuvimos vi­viendo escondidos en Perea, al otro lado del Jordán. Las cosas en la capital se nos habían puesto muy difíciles y pensamos que du­rante algunos días resultaba peligroso enseñar las orejas por allá.

Mensajero - ¡Psst! Amigo, me dijeron que aquí encontraría a Jesús, el profeta.
Pedro - Te dijeron bien. ¿Qué es lo que quieres?
Mensajero - Verlo. Tengo que darle un recado.
Pedro - ¿De dónde vienes?
Mensajero - De Betania.
Pedro - ¿Santo y seña?
Mensajero - ¡Qué santo ni qué seña! ¿Qué misterio se traen ustedes? Tengo que ver a Jesús y lo veré. Es urgente.

Jesús estaba enfermo. Las aguas salobres de Perea le habían dado fiebres.(1) Cuando aquel mensajero de Betania entró en la casa en donde nos habían dado albergue, lo halló echado sobre una estera, pálido y ojeroso.

Mensajero - Por fin doy contigo, nazareno. Te escondes mejor que los topos en sus cuevas. Aunque, la verdad, no pensaba encontrarte así.
Jesús - Yo tampoco pensaba encontrarme así y, ya ves… Hace unos días que estoy enfermo.
Mensajero - Pues de otro enfermo vengo a hablarte. Marta y Ma­ría, las de Betania, me mandan decirte que Lázaro está muy mal.
Jesús - ¿Así que también está en la cama ese granuja? ¿Y qué es lo que tiene?
Mensajero - Una enfermedad mala. Desde hace tres días ni una sola maldición le sale de la boca. Ni ríe ni come. Se va a morir.
Pedro - Bah, hierba mala nunca muere. Lo que pasa es que esa María es muy alarmista. Seguro que fue ella la que te metió prisa para que vinieras.
Mensajero - No, qué va… También Marta. Lo de Lázaro es serio. Las dos están muy preocupadas. Y no saben qué hacer.

Y cuando el mensajero de Betania se fue…

Pedro - Pero, Jesús, moreno, ¿no te das cuenta de que es peligroso?
Santiago - La otra semana quisieron agarrarte, caramba. Si volvemos ahora nos jugamos el pescuezo.
Pedro - Espera a que esté más cerca la Pascua. Con Jerusalén abarrotada de gente es otra cosa. Cuando el río esté bien revuelto, entonces sí podremos echar los anzuelos.

A los dos días de haber recibido al mensajero de Betania, Jesús ya se sentía mejor y nos habló de volver a Judea. A algunos del grupo aquello nos pareció una idea descabellada.

Jesús - Ea, compañeros, olvídense del miedo y amárrense las sandalias, que la luz del sol brilla sólo doce horas y hay que aprove­charla bien. Saldremos mañana en cuanto amanezca. Lázaro nos está esperando. Los amigos son los amigos.
Santiago - Y los enemigos son los enemigos, Jesús. Ellos también nos están esperando.
Jesús - Pues andemos con los ojos y las orejas bien abiertas, Santiago, para que no nos tiren la zancadilla.
Tomás - Y si nos ma-ma-matan, que nos ma-ma-maten. ¡Algún día hay que mo-mo-morir!
Pedro - ¡Por una vez estoy con Tomás! Vamos a Judea, camara­das, ¡y que salga el sol por donde salga!

Al día siguiente salimos de Perea. Atravesamos el Jordán a la al­tura de Jericó. Después de largas horas de camino, vimos las murallas de Jerusalén. Pero pasamos junto a ellas sin entrar en la ciudad. Queríamos llegar cuanto antes a la taberna de Lázaro. Dejamos atrás el Monte de los Olivos y, cuando ya veíamos muy cercanas las blancas casitas de Betania, Marta, levantando el polvo del sendero, salió a recibirnos.(2)

Marta - Jesús, ¡al fin has llegado!
Jesús - ¿Cómo sigue Lázaro, Marta?
Marta - Pero, ¿es que no lo sabes? Ha muerto, Jesús, ha muerto… Hace ya cuatro días. ¿Por qué no viniste antes? Mandamos que te avisaran. Lázaro preguntaba por ti. Sufrió mucho… ¡Ay, Jesús, qué pena más grande!

Marta, con los pelos revueltos y la túnica de duelo, se abrazó a Jesús llorando. Los sollozos sacudían su cuerpo robusto como el viento de la mañana, allá a lo lejos, sacudía las hojas de las dati­leras. La madre de Jesús y las mujeres se unieron enseguida a su llanto. Los ojos de Felipe y Natanael fueron los primeros en humedecerse. Por el rostro de Jesús también corrían las lágrimas. Todos queríamos mucho a Lázaro.

Marta - ¿Por qué Dios se lo llevó, Jesús, por qué? María y yo lo necesitábamos.
Jesús - ¿Dónde está María?
Marta - Allá en casa. No hace más que llorar. Desde hace cua­tro días ni come ni duerme. Voy a buscarla… Se alegrará de verlos.

Con la energía que su cuerpo conservaba, a pesar de la tristeza, Marta echó a correr hacia la taberna. Todos, acongojados, sin sa­ber qué decirnos, la seguimos despacio por aquel camino polvo­riento que tantas veces habíamos recorrido con alegría en nuestros viajes a la capital. Cuando cruzamos el portón de la taberna, María salió a nuestro encuentro y, con ella, muchos de los vecinos que estaban con las hermanas consolándolas después del entierro de Lázaro.

María - Jesús, ¿por qué no viniste antes? ¿Por qué?

María, en el suelo, se tiraba de los pelos y se golpeaba la frente contra la tierra.

María - ¡Maldita sea la vida y más maldita la muerte!
Vieja - ¡Y Dios tenga misericordia de todos nosotros, que también vamos a terminar en el hoyo!
Mensajero - Pobres mujeres, se quedan solas. Ahora, ¿quién va a sacar la cara por ellas?
Vecina - Y tú, profeta, ¿por qué no viniste cuando estaba enfermo? ¿No dicen que has curado a tantos? ¡Pues también podías haber sanado a éste!
Vieja - E1 gordo Lázaro era un buen hombre. ¡Nuestro padre Abraham lo tenga en su seno!

La taberna de Betania no olía como otras veces a cordero, a vino y a cebolla. Estaba de luto. Y el perfume del incienso quemado durante aquellos días llenaba aún las habitaciones. Ya se habían apagado los lamentos de las plañideras y la música de las flautas. Un grupo de vecinos y algunos huéspedes acompañaban a Marta y María llorando con ellas. Cuando nos lavamos los pies y nos sentamos en el cuarto grande, cerca de la cocina, nos parecía que Lázaro, con su sonrisa de siempre, iba a aparecer por cualquier rincón de su taberna, a darnos la bienvenida.

Hombre - ¡La panza más grande de Betania y también el co­razón más grande!
Vecina - ¡Y dígalo, Serapio! Si hubo un hombre honrado en este pueblo ése era el hermano de ustedes, muchachas. Más de­recho que un ciprés y más bueno que la miel, sí señor.
María - No tenía que haber muerto, no. Era joven, era fuerte…
Vieja - Paciencia, mi hija, paciencia.
Pedro - ¿Y qué demonios de enfermedad fue ésa?
Marta - De repente. Se cayó ahí en la cocina, con el caldero en la mano, como si lo hubiera quemado un rayo. Unos días en la cama, sin moverse, y se acabó.
Pedro - Qué desgracia… Y ahora, ¿qué van a hacer ustedes?
María - ¿Qué vamos a hacer, Pedro? Mi hermano era el cora­zón de esta taberna. Ahora ya se acabó todo.
Jesús - No, María. A Lázaro le gustará ver que ustedes siguen trabajando, que su negocio va para adelante.
Vieja - ¿Y cómo va a ver eso, si a los muertos los gusanos les comen los ojos?
Jesús - Abuela, los muertos siguen viéndonos y queriéndonos porque… siguen vivos.
María - Tú dices eso para consolarnos, Jesús, pero… eso no es verdad.
Jesús - Sí, es verdad, María. La muerte es una despedida corta, no es más que eso. Un poco de tiempo y no nos vemos. Otro poco y nos volveremos a ver. Ahora lloramos, pero llegará el día en que nos encontremos todos juntos en la casa de Dios y allí se acabarán las lágrimas. Créeme, María: los muertos no están muertos; siguen vivos con Dios.
María - ¿Mi hermano también?
Jesús - Tu hermano también. Lázaro no está muerto. Está dormido. Y Dios se encargará de despertarlo. ¡Él está vivo, María!
María - ¡Vivo! ¡Pero yo no lo oigo reír ni lo veo entrar ni salir por esa puerta, con el delantal lleno de grasa! Hace sólo cuatro días y me parece que hace cuatro años que se fue.
Jesús - Lo volverás a ver, María.
María - No, Jesús, no me engañes. Con la muerte se terminó todo.
Jesús - Al contrario, comenzó todo. Mira, María, si un niño, cuando va a nacer, pudiera hablar, diría que no, que él no quiere salir. Pensaría que ya se acabó todo para él. Sí, se le acabó el calor y la tranquilidad junto al corazón de su madre. Pero, cuan­do sale fuera, empieza una nueva vida, viendo la luz del sol, viendo los colores del mundo. Cuando nos morimos pasa lo mismo: nos da miedo, lloramos… La verdad es que estamos naciendo por se­gunda vez, naciendo a una vida mucho mejor que ahora no pode­mos ni soñar.
María - Eso suena bonito, Jesús. Pero yo sólo he visto que cuan­do uno muere lo echan en la tierra y se pudre.
Jesús - También se pudre la semilla y de ella nace un árbol nue­vo que da flores y frutos.

Jesús se volvió hacia Marta, la otra hermana de Lázaro, que per­manecía silenciosa, junto a la grasienta mesa de la taberna, con los ojos rojos de tanto llorar.

Jesús - ¿Dónde lo enterraron, Marta?
Marta - Ahí, Jesús, en el jardín del herrero, detrás del patio. ¿Quieres ir?
Jesús - Sí, vamos.

Todos salimos fuera. Era mediodía y el sol nos hirió los ojos. Al llegar al jardín y acercarnos a la roca donde estaba excavada la sepultura, Marta y María, en tierra, lloraron sin consuelo. Jesús, al verlas, se llevó las manos a la cara y se echó también a llorar.

Vieja - Se ve que el profeta lo quería mucho.
Jesús - Lázaro, ¿cómo no nos esperaste para celebrar juntos esta Pascua? ¿Por qué tuviste tanta prisa, compañero?

Jesús, con los ojos llenos de lágrimas, se quedó mirando fijamente la blanca y redonda piedra del sepulcro.(3) Estaba rezando. Tam­bién nosotros rezábamos entre susurros ante la tumba de nuestro amigo.

Jesús - Padre, yo te doy gracias porque no has querido que la tierra se trague a los muertos. Es tu mano la que los pasa de la muerte a la vida, como pasaste a nuestros padres a través del Mar Rojo. Tú eres la resurrección y la vida y todo el que cree en ti, aunque haya muerto, vivirá. Sí, Padre, los huesos secos se levan­tarán.(4) ¡Que venga tu Espíritu desde los cuatro vientos y que sople sobre los muertos para que vivan!

No se movía ni una hoja. Jesús temblaba.

Jesús - Por favor, ayúdenme a rodar la piedra de la tumba.
Marta - Pero, Jesús…
Jesús - Sí, Marta, para que pueda entrar el viento.
Marta - Jesús, pero, ¿qué dices? Ya hace cuatro días… y olerá mal.(5)
Jesús - Hazme caso, Marta. Por favor ayúdenme a rodar la piedra.

Estábamos desconcertados. Pero Santiago, Judas, Simón y el herrero se acercaron al sepulcro y empezaron a hacer esfuerzos para rodar la piedra. Todos nos estremecimos como si estuviéramos al borde mismo de un precipicio. Ya nadie lloraba. Tenía­mos los pelos de punta. Y no podíamos apartar la mirada de aquel agujero negro que empezaba a recortarse ante nuestros ojos. Cuando estuvo abierto, sentimos en la cara una bocanada de aire frío mezclado con el olor penetrante de la mirra.

Jesús - ¡Lázaro, hermano, ven! ¡Vuelve a la vida!(6)

Betania queda a un par de millas de Jerusalén, muy cerca del valle de Josafat, donde, según la tradición de mis paisanos, Dios levan­tará a los muertos en la última hora del mundo. Aquella mañana de primavera, en un jardín de Betania, Jesús nos adelantó algo de lo que será la alegría y la sorpresa del gran Día de Dios.

Comentarios

1. En la última etapa de su vida Jesús conoció la clandestinidad. Tuvo que esconderse como medida de precaución ante el creciente odio de las autoridades (Juan 10, 39-40; 11, 54). Pudo hacerlo en Perea, al otro lado del Jordán.

2. Betania está situada a unos seis kilómetros al este de Jerusalén. Actualmente se puede visitar allí una tumba que la tradición venera como la de Lázaro. Por unas escaleras profundas y estrechas se baja a un reducido espacio en donde hay una mesa de piedra. En ella habría estado el cadáver del hermano de Marta y María. En una de las húmedas paredes están escritas las palabras de Jesús en el evangelio de Juan: «Yo soy la resurrección y la vida».

3. En tiempos de Jesús las tumbas se construían excavándolas en rocas naturales, en forma de cuevas. A la entrada, para taparlas, se colocaba generalmente una piedra redonda que podía girar como una enorme rueda.

4. Ante la tumba de su amigo Lázaro, Jesús llora. Quería a Lázaro y siente profundamente su muerte y el sufrimiento de sus hermanas. Dios, a quien vemos en Jesús, llora ante el dolor humano, es solidario de nuestras tristezas. Ante la tumba, Jesús también invoca al Dios de la vida y lo hace con las palabras del profeta Ezequiel (Ezequiel 37, 1-14), que anunciaban para los tiempos mesiánicos la superación de todos los dolores y también de la muerte. El profeta del Antiguo Testamento proclamó la solemne resurrección de los «huesos secos» del pueblo oprimido de Israel. La losa que cierra la entrada de la tumba es un símbolo de la desesperanza. Establece una frontera definitiva entre la vida y la muerte. Pero Dios es capaz de romper esta frontera. Por eso Jesús descorre la piedra. Y así puede entrar el «viento», símbolo bíblico por excelencia del Espíritu de Dios. Es un momento de extraordinaria solemnidad, pues lo que esta narración quiere decir es quizá la palabra última de todo el mensaje de Jesús, lo que es la más profunda convicción de la fe cristiana. La muerte como final de nuestra vida es el punto máximo de la debilidad humana. Si todo acabara con ella, se oscurece el sentido de toda nuestra existencia. Y esto no sólo desde un punto de vista individual, de «mi» vida, sino desde un punto de visto colectivo. Cómo podrá haber plena alegría en esta tierra nueva «donde habitará la justicia» (1 Pedro 3, 13) que esperamos, si a los muertos que la hicieron posible con su esfuerzo se los tragó la tierra… De ahí que la fe en la vida después de la muerte sea esencial incluso para ahora, para la historia.

5. Los israelitas pensaban que la muerte era definitiva a partir del tercer día, cuando la descomposición empe­zaba a borrar los rasgos personales del difunto. Cuando Jesús llegó a Betania, Lázaro llevaba muerto «cuatro días». Es decir, estaba definitivamente muerto.

6. El relato de la resurrección de Lázaro sólo aparece en el evangelio de Juan y es una elaboración teológica en forma de narración. Juan quiso decir que la muerte no es la última frontera, que para quien cree en Jesús no será el final definitivo. La “resurrección” de Lázaro, pocos días antes de la muerte de Jesús, es presentada como un anticipo de la resurrección de Jesús y de quienes creen en él. Así, pocos días antes de ser asesinado, Jesús habría revelado en Betania la mayor de sus utopías: Dios también liberará a los seres humanos de la muerte.

«Un tal Jesús». José Ignacio y María López Vigil. Salamanca 1982. Volumen 2, págs. 797-804

3) Versión oficial:

 
En aquel tiempo, un cierto Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta, su hermana, había caído enfermo. María era la que ungió al Señor con perfume y le enjugó los pies con su cabellera: el enfermo era su hermano Lázaro. Las hermanas le mandaron recado a Jesús diciendo:
- «Señor, tu amigo está enfermo».
Jesús al oírlo, dijo:
- «Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella».
Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo se quedó todavía dos días donde estaba. Sólo entonces dijo a sus discípulos:
- «Vamos otra vez a Judea».
Los discípulos le replicaron:
- «Maestro, hace poco intentaban apedrearte los judíos, ¿y vas a volver allí?».
Jesús contestó:
- «¿No tiene el día doce horas? Si uno camina de día no tropieza, porque ve la luz de este mundo; pero si camina de noche, tropieza porque le falta la luz».
Dicho esto añadió:
- «Lázaro, nuestro amigo, está dormido: voy a despertarlo».
Entonces le dijeron sus discípulos:
- «Señor, si duerme, se salvará».
Jesús se refería a su muerte; en cambio, ellos creyeron que hablaba del sueño natural. Entonces Jesús les replicó claramente:
- «Lázaro ha muerto, y me alegro por vosotros de que no hayamos estado allí, para que creáis. Y ahora vamos a su casa».
Entonces Tomás, apodado el Mellizo, dijo a los demás discípulos:
- «Vamos también nosotros y muramos con él».
Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Betania distaba poco de Jerusalén: unos tres kilómetros; y muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María para darles el pésame por su hermano. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedó en casa. Y dijo Marta a Jesús:
- «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá».
Jesús le dijo:
- «Tu hermano resucitará».
Marta respondió:
- «Sé que resucitará en la resurrección del último día».
Jesús le dijo:
- «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?»
Ella le contestó:
- «Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo».
Y dicho esto fue a llamar a su hermana María, diciéndole en voz baja:
- «El Maestro está ahí y te llama».
Apenas lo oyó, se levantó y salió adonde estaba él: porque Jesús no había entrado todavía en la aldea, sino que estaba aún donde Marta lo había encontrado. Los judíos que estaban con ella en casa consolándola, al ver que María se levantaba y salía de prisa la siguieron, pensando que iba al sepulcro a llorar allí. Cuando llegó María adonde estaba Jesús, al verlo se echó a sus pies diciéndole:
- «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano».
Jesús, viéndola llorar a ella y viendo llorar a los judíos que la acompañaban, sollozó y muy conmovido preguntó:
- «¿Dónde lo habéis enterrado?»
Le contestaron:
- «Señor, ven a verlo».
Jesús se echó a llorar. Los judíos comentaban:
- «¡Cómo lo quería!»
Pero algunos dijeron:
- «Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que muriera éste?»
Jesús sollozando de nuevo llegó a la tumba. Era una cavidad cubierta con una losa. Dijo Jesús:
- «Quitad la losa».
Marta, la hermana del muerto, le dijo:
- «Señor, ya huele mal porque lleva cuatro días».
Jesús le replicó:
- «¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?»
Entonces quitaron la losa. Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo:
- «Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado».
Y dicho esto, gritó con voz potente:
- «Lázaro, ven fuera».
El muerto salió, los pies y las manos atadas con vendas, y la cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo:
- «Desatadlo y dejadlo andar».
Y muchos judíos que había venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él.
(Evangelio de Juan 11, 1-44)

 

4) Versión extraoficial e ilustrativa:



No hay comentarios:

Seguidores

Etiquetas

20 N Abraham Abstención Abuelez Abuso de menores Abuso de poder Abusos sexuales Acacia Acebo Aceras Actualidad Acuario Ada Colau Adán Adolfo Suárez Adviento Aféresis Afganistán Afilador Afirmación África Agricultura Agua Aguaviva Agustín del Agua Agustinos Filipinos Ain Karem Aire libre Ajo Alandar Albert Einstein Alberto Cortéz Alberto Iniesta Albino Luciani Alcalde Aldous Huxley Alegría Alejandro Guillermo Roemmers Aleluia Alemania Alex Ubago Alfabetización Alfonso Álvarez Bolado Alfredo Velasco Alicante Alicia Martín Baró Alimentos CE Alma de las cosas Almendro Álvaro Pombo Alzheimer Amando López Amanecer luminoso Amapola Aminatou Haidar Amistad Amor Amusco Ana y Simeón Anacoreta Anastasio Rojo Ancianidad André Wénin Andrés C. Bermejo González Andrés Torres Queiruga Ángel Álvarez Ángel Galindo Ángel García Forcada Animaladas Aniversario Anthony de Mello Anton Chejov Antonio López Baeza Antonio Machado Antonio Machín Año nuevo Añoranza Aparcamiento Apocalipsis Apócrifos Árbol Argentina Arguiñano Armarios Armas Armonio Arte Ascensión Ascensor Asertividad Asesinato Aspidistras Astou Pilar Asunción Ataxia Atletismo Atrio.org Auditorio Miguel Delibes Ausencia Austeridad Autoconfianza Autoridad Avaaz Avería Avisos Ayelet Shaked Aymeric Picaud Ayuntamiento Azorín Azucenas Baltasar Garzón Banco de Alimentos Banco de España Barack Obama Barcelona Barrio de Delicias Barro Bartolomé Esteban Murillo Baruck Spinoza Bautismo Baxter Keaton Beagle Beatriz Cariño Beethoven Belén Benedicto XVI Benito Prieto Coussent Benjamín Prado Bernabé Berta Berto Bertolt Brecht Biblia Biblioteca Bicicleta Bienaventuranzas Bienve Blog Bloque Blowin’ in the Wind Bob Dylan Boda Boj Bolivia Bolsa Bondad Borja Borrado Breva Breviario Buena voluntad Buenos consejos Bufanda Bujedo Cabreo Cactus Cadarso Café Cala Calabaza Calendario Calidad de vida Cáliz Calor Calzado Caminar Camino Camino Astorga Redondo Camino del Pesquerón Campamento Campeonato Mundial de Fútbol Canal de Castilla Cáncer Cancha deportiva Canela Canena Cantabria Caracoles Cardenal Martini Caritas Cáritas Carlos Carlos Aganzo Carlos F. Barberá Carlos González Vallés Carlota Carmen Tablada Carnaval Carne Castilla Castromocho Castromonte Catecismo Catecismo Holandés Catedral Catequesis Caza CCP Cedro Celibato Celina Maricet Celtas Cortos Cena de Pascua Cenar Cenizas Censura Cervantes César Vallejo Change.org Chapuzas Charlot Chetán Chile China Chiquilladas Chispa Cielo Ciencia Cine Ciro Alegría Cisne Claudio Coello Claudio Sánchez Albornoz Clint Eastwood Clonar Cocina Codex Calixtinus Codorniz Coherencia Colegio Colesterol Colón Coltán Comadreja Comedor Social Comentarios Comer Comillas Compañeros Compasión Competición Compromiso Comuneros Comunicación Comunión Concilio Vaticano II Cónclave Concurso Conferencia Episcopal Española Confesión Congo Constitución Española Consumismo Contaminación Control Córdoba Cordura Corea del Norte Corea del Sur Coronavirus Corpus Corrección Correo Corzos Cosas Cosas de la vida Cosecha Creación Credo Crisantemos Crisis Cristales Cristianisme i Justícia Cristo Crucificados Crucifijo Cruz Cuadros Cuaresma Cuento Cueva del Cobre Cuidados Paliativos Cultura Cumbre sobre Clima de Copenhague Cumpleaños Curiosidad Dalí Dámaso Alonso Daniel Barenboim Daniel González Poblete Dante Dante Pérez David Déficit de atención Delacroix Delatar Delibes Delito informático Democracia Dentadura Denuncia Deporte Derecho Derecho a la intimidad Derecho Canónico Derecho de propiedad Derechos Humanos Desagües Desahucio Desaparición Desarrollo sostenible Descalificación Descubrimientos Desiderio Desilusión Despedida Despertar Día de los Sin Techo Diálogo Diapositivas Dietrich Bonhoeffer Difuntos Dignidad Dinamarca Dinero Dios Dios con nosotros Distopía Diversidad Dolor Dolores Aleixandre Domingo Don Dionisio Don Domnino Donald Jhon Trump Donald Zolan Doñana Droga Duda Duende Duero Ébola Ecce Homo Eclesalia Ecología Economía Edad Edelweiss Edición Eduardo Galeano Eduardo Haro Tecglen Ejercicios espirituales El Cid El club de los poetas muertos El Corazón de Jesús El factor humano El Gordo y el Flaco El Mal El muro de Berlín El Norte de Castilla El País.com El Papa El pinar El Pino El Roto El Salvador El tiempo Elba Julia Ramos Electricidad Eloy Arribas Eluana Emaús Emigración Emilia Pardo Bazán Emilio Calatayud Emisión Emma Martínez Ocaña Emoción En Portada Encinas Energía Enfermedad Enrique Barquín Sierra Enrique Estencop Equilibrista Erlich Ernestina de Champourcin Ernesto Cardenal Escalera Escritura Escuela Escultura Esfuerzo Esgueva Esopo España Esperanza Esperanza Aguirre Espíritu Estafa Estandarte de San Mauricio Estrellas Estrellita Castro Estudios Eta Eucaristía Eugenio Europa Euros Eurovisión Eutanasia Eva Evangelio Evidencia Evo Morales Expectación Extranjeros Eylo Alfonso Ezequiel Ezequiel Zaidenwerg Fabio Nelli Facundo Facundo Cabral Familia FAO Fe Febrero Federico García Lorca Feedly Felicidad Felicitación Felipe Felipe VI Félix López Zarzuelo Félix María Samaniego Fernán Caballero Fernando Altés Bustelo Fernando Fernán Gómez Fernando Lorenzo Fernando Manero Ficus Fidel Castro Fidela Fidelidad Fin de año Fiódor Mijáilovich Dostoievski Florence Nihtingale Florentino Ulibarri Flores Florián Rey Folk Fontanería Forbes Forges Foto palabra Fotos Fotos raras Fra Angelico Francia Francis Francisco Cerro Chaves Francisco de Asís Francisco Pino Frases Friedrich Engels Friedrich Wilhelm Nietzsche Frutas Frutos Fuego Fuencisla Fuensanta Fumar Funeral Fútbol Futuro G. B. Ricci Gabriel Celaya Gabriel Fauré Gabriel García Márquez Gabriela Mistral Gaillot Gala Galarreta Gallinas Gamberrada Gandhi Garoña Gas Gatos Gaza Género Generosidad Gente Gerhard Ludwig Müller Girasol Gitanos Gloria Fuertes Godspell Góngora Google Docs Goya Goyo Ruiz Granada Grecia Greda Gregoriano Gregorio Fernández Gripe A Gripe porcina Grupo sanguíneo Guernica Guerra Guerra española Gumi Gustavo Adolfo Béquer Gustavo Gutiérrez Gustavo Martín Garzo Gustavo Poblete Catalán Gutenberg Hacienda Haiku Haití Hambre Hamlet Lima Quintana Händel Hans Küng Harina Haruki Murakami Helecho Hemodonación Hermanitas de los pobres Hermanos Marx Higo Higuera Hiperactividad Hirosima Historia Historias HOAC Hobbes Hodegética Hogar Horacio Horario de invierno Horario de verano Hormigas Hortensia Hosta Huelga Humanidad Humildad Humor Ibrahim iDVD Iglesia Ignacio Ignacio Ares Ignacio Ellacuría Ignacio Manuel Altamirano Ignacio Martín Baró Ildefonso Cerdá Ilusión iMac iMovie Imperio Argentina Impresora Impuestos Incendios Indagación India INEA Infancia Infierno Informe Semanal Ingenuidad Inmaculada Inmigración Innocenzo Gargano Inocencia Interesante Intermón Internet Invictus iPhone iPhoto Irak Irán Isaac Isabel Isabel y Jesús Isaías Isla Islam Israel ITV J. Ratzinger James Dean James Mollison Jan van Eyck Japón Jara Jardín Javier Domínguez Javier Fesser Jazmín Jefté Jenny Londoño Jerusalén Jesús Jesús de Nazaret Jesús Espeja Jesús Visa JMJ Joaquín López JOC Johann Baptist Metz John Carlin John Martyn John P. Meier John Selby Spong Jon Sobrino Jorge Cafrune Jorge Manrique Jorge Negrete José Afonso José Antonio Pagola José Arregui José Delicado Baeza José Gómez Caffarena José Hierro José I. González Faus José Jiménez Lozano José Luis Borges José Luis Cortés José Luis Cuerda José Luis Martín Descalzo José Luis Martín Vigil José Luis Saborido Cursach José Luis Sampedro José Manuel Calzada José Manuel Vida José María Castillo José María de Pereda José María Díez-Alegría José María Manso Martínez José Martí José Mugica José Zorrilla Juan Antonio Marcos Juan de Juni Juan Goytisolo Juan José Tamayo Juan José Tamayo Acosta Juan Martín Velasco Juan Masiá Clavel Juan Pablo II Juan Ramón Jiménez Juan Ramón Moreno Juan Valera Juan Vicente Herrera Juan XXIII Jubilación Judit Juegos Jueves Santo Julia Ardón Juliana Vermeire Julio Lois Justicia Justicia y Paz Juventud Karl Marx Karl Rahner Kaunas Khalil Gibran Konrad Adenauer La Alhambra La Arbolada La Cañada La Codorniz La Fontaine La radio La Ser La Virgen de Guadalupe Labordeta Lacomunidad.elpais.com Lágrimas Laico Lampedusa Lanuza Las Cambras Las Edades del Hombre Las mañanitas Las Villas Laurel Lawrence Ferlinghetti Lenguaje Leocadio Yagüe León León Felipe Leon Gieco León Gieco Léon L'hermitte Leonard Cohen Leonardo Boff Leopoldo Panero Lesbos Ley Ley del aborto Leyendas Libertad Libertad de expresión Libia Libros Lilas Lilit Limonero Limpieza Lina Lince Linda Literatura Lituania Liu Xiabo Liuba María Hevia Llano Llaves Lluis Llach Lluvia Lola Lombarda Lope de Vega López Vigil Loquillo Luar na lubre Lucía Caram Ludwig Feuerbag Luis Argüello Luis Darío Bernal Pinilla Luis Espinal Luis García Huidobro Luis García Montero Luis González Morán Luis Guitarra Luis Mariano Luis Pastor Luis Resines Luna Lunes Lunes Santo Lutero Machismo Maestro de escuela Mafalda Magisterio eclesiástico Mal Maltrato Malvarrosa Mamá Manifiesto del día internacional del Voluntariado Manifiesto por la Solidaridad Manos Manos Unidas Manuel Azaña Manuel del Cabral Manuel Mujica Láinez Manuel Sánchez Gordillo Manuel Vicent Manuela Carmena Máquina Marc Chagall Marciano Durán María María Magdalena María y José Mariamma Mariano Cibrán Junquera Maricas Marinaleda Mario Benedetti Mark Twain Marruecos Marte Martes Santo Martha Zechmeister Martín Jelabert Martin Luther King Martin Niemöller Martirio Marzo Máscara Matilde Moreno rscj Matrimonio Matteo Ricci Maximino Cerezo Barredo Mayo'68 Medicina Médicos sin frontera Medina de Rioseco Medio ambiente Mediterráneo Membrillo Memoria Mentiras Mercado Mercedes Cantalapiedra Mercedes Navarro Puerto Mercedes Sosa Meses México Mi canario Mi casa Mica Michael Czerny Michel Quoist Miedo Miedo escénico Miércoles de Ceniza Miércoles Santo Miguel Ángel Baz Miguel Angel Buonarroti Miguel Ángel Ceballos Miguel Ángel Mesa Miguel Cabrera Miguel de Unamuno Miguel Hernández Miguel Ligero Miguel Manzano Milagro Millán Santos Ballesteros Minueto Miradas Mirlo Mis Cosas Mistagogia Moda Moderación Moisés Moli Molino Monasterio de Moreruela Monseñor Algora Monseñor Romero Montaña Montealegre Moral Moral de la Reina Morgan Freeman Morir con dignidad Morten Lauridsen Mosca cojonera Mosqueo Mouse Mucho queda por hacer Muerte Mujer Mundo rural Munilla Muros Muros de la vergüenza Museo Museo del Prado Museo Oriental Música Nacimiento Nadal Narcisos Natación Natalicio Naturaleza Navidad Neil Armstrong Neila Nelson Mandela Nevada Nicodemo Nido vacío Nieve Niñez Nochebuena Nombres Nona Nuevo Mester Obediencia Obras Obsolescencia Ocas Octavio Paz Oliver Sacks Olivo Olor ONU Opera Oración Ordenador Oro Ortega y Gasset Oscar Wilde Oslo Otoño Pablo Milanés Pablo Neruda Pablo Picasso Paciencia Paco Alcántara Padre nuestro Paellada País Vasco Paisajes Pájaros Pajarradas Pala Palabras Palacios de Campos Palacios del Alcor Palencia Palestina Palomas Pamplona Pan Pancho Pancho Aquino Papá Papa Francisco Paquistán Para pensar Paradilla Paraguas Parlamento Europeo Paro Parque infantil Parquesol Parras Parroquia de Guadalupe Parroquia La Inmaculada Parroquia Sagrada Familia Parroquia San Ildefonso Parroquia San Pedro Apóstol Partenia Partidos Políticos Partituras Pasado Pasatiempos Pascua Pasión Pastores y ángeles Patata Patines Patxi Loidi Pavo real PayPal Paz Paz Altés PDF Pedro Ansúrez Pedro Antonio de Alarcón Pedro Calderón de la Barca Pedro Casaldáliga Pedro José Ynaraja Pedro Miguel Lamet Pentecostés Peñalara Peñalba de Santiago Pep Lladó Perdón Pereza Periodismo Periquito Perplejidad Perroflauta Perrunadas Persianas Personas Pesetas Pete Seeger Peter Menzel Pez Piano Picasa Pico Pie Jesu Pierre Teilhard de Chardin Pilar Pilar del Río Pintada Pinturas Pirineo Piscina Pisuerga Plaga Plantas Plaquetas Plasma Plástico Plata Platón Plaza de Tian'anmen Plegarias Pluralidad Pobreza Poda Poder Poesía Pol Política Pornografía Portugal Pozo Predicación Pregón Prejuicios Premio Nobel de la Paz Premios Goya Presencia Presentación Presente Preservativos Primavera Primavera de Praga Primera Comunión Profetas Prohibir Protesta Proyección Proyecto Hombre Prudencia Prudencio Publicidad Pueblo Puertas Quemadura Quevedo Quijote Quino Quintín García Quira Racismo Radiactividad Raíces Ramadám Ramón Ramón Cué Romano Ramos Rastrojos Ratón Raúl Castro Realidad Recados Recambio Recidiva Recolección Record Guinness Recorrido virtual por el Santo Sepulcro Recuerdos Redes Cristianas Reedición Reflexión Regalo Religión Religión Digital Reloj Remuñe Renglones Repuesto Reseña Bíblica Residencia de Ancianos Resiliencia Resistencia Resurrección Retiro Reyes Magos Ricardo Blázquez Ricardo Cantalapiedra Ripios Risa Roberto Roberto Rey Rock Rogier van der Weyden Rosa Rosalía Rosario Roselen Rossini Rostros Roy Bourgeois Rubén Darío Rudyard Kipling Rut Sábado Santo Sábanas Sabine Demel Sacerdocio Sahara Sal Sal Terrae Salamanca Salomón Salud Samuel Samuel Aranda San Agustín San Antón San Antonio San Bartolomé San Benito San Esteban San Ignacio de Loyola San Isidro San Jerónimo San Joaquín y Santa Ana San José San Juan Bautista San Juan de Ávila San Juan de la Cruz San Lorenzo San Miguel del Pino San Pablo San Pedro San Pedro Regalado San Romà de Sau San Roque San Valentín Sancho Sandalias Sandro Magister Sangre Sanidad Sansón Santa Ana Santa Clara de Asís Santa Espina Santa Marta Santa Mónica Santa Teresa Santiago Santiago Agrelo Martínez Arzobispo de Tánger Santidad Santos Santos Cirilo y Metodio Santos Padres Sara Saramago Saulo Scott Fitzgerald Seattle Seguimiento Segundo Montes Selecciones de Teología Semana Santa Seminario Sentimientos Seriedad Servicio Jesuita a refugiados SGAE Shakespeare Shūsaku Endō SIDA Siega Siesta Silencio Siloé Silverio Urbina Silvia Bara Silvio Rodríguez Simancas Simone de Beauvoir Sínodo Siquem Siria Sócrates Sol Sola Soledad Solentiname Solidaridad Soltería Somalia Sopa Soria Sorolla Sotillo del Rincón Stéphane Hessel Stephen Hawking Sudor Sueños Sumisión Suni Sur T. S. Eliot Tabaco Taco Talleres López Tamarindo Tamarisco Tamiflú Tano Taray Tarifa TBO TDT Tea Teatro Teléfono Televisión Temor Tener tiempo Tensión arterial Teófanes Egido Teología Teología de la Liberación Tercera Edad Tere Teresa Forcades Ternura Terremoto Terrorismo Tetas Thomas Becket Tierra de Campos Tiken Jah Fakoly Tolkien Tomás Apóstol Tomás Aragüés Tomás Moro Tomás Segovia Tomates Torío Toro Torres gemelas de Nueva York Trabajo Tráfico Traición Transición Traveling Wilburys Trigo Trini Reina Trinidad Trufa Tsunami Tumba Twitter Ucrania Umberto Eco Unción de Enfermos Unidad Universidad Urbanismo Urracas Uruguay Utopía Uvas Vacaciones Vacuna Valladolid VallaRna Valle de Pineta Valle del Silencio Valporquero Van Gogh Vaticano Vegacervera Vejez Velázquez Velicia Ventanas Ventiladores Ventura Ventura García Calderón Verano Verdad Verduras Viajes Vicente Aleixandre Vicente Huidobro Vicente Presencio Revilla Víctor Codina Víctor Heredia Víctor Jara Vida Vídeo Viento Viernes Santo Viktor Frankl Villalar Villalón Villancicos Villaverde de Íscar Vino Viña Violencia de género Violencia en las aulas Violetas Virgen del Carmen Virgen del Pilar Visita Vladímir Mayakovski Voluntariado Vuelo 605 Whitney Houston Wikiquote Winston Churchill Wislawa Symborska Woody Allen Xabier Pikaza Yankhoba Youtube Zacarías Zenón de Elea