Bernabé, un apóstol diferente



Ni estuvo desde el principio, ni fue oficialmente escogido. Pero ahí está, dando el callo según relato de Hechos de los Apóstoles. Acompañó a Pablo y luego funcionó por su cuenta. Pero nadie le niega el derecho a ser reconocido como puntal y pionero. Si será poco lo que se dice de él que casi ni aparece en los papeles. Pero le citan, y eso ya es suficiente.
Como acostumbro, en el día de la fiesta de San Bernabé a quien pudiéramos numerar como el Apóstol 13, pongo aquí esta recreación que aproxima bastante a lo que considero verdadera historia de los orígenes cristianos.

TODO EN COMÚN


Desde el día de la fiesta de Pentecostés, cuando Pedro se lanzó abiertamente a hablar del Reino de Dios en el corazón mismo de Jerusalén, la vida cambió para todos los del grupo. En pocas semanas nos repartimos por los barrios de la capital y por otras ciudades de Judea para que la causa de Jesús siguiera adelante. Para que a todos nuestros paisanos llegara la buena noticia de que él seguía vivo entre nosotros, animándonos a los pobres en nuestra lucha por la justicia, dándonos la fuerza de su Espíritu para hacer cosas aún mayores de las que él mismo había hecho.

Juan - ¡Bueno, Tomás, a ver si la lengua se te afloja de una vez en Jericó! ¡Suerte, compañero!
Pedro - ¡Y tú, Nata, buen viaje hasta Silo! ¡Ven por aquí de vez en cuando para que nos cuentes cómo va el grupo!
Felipe - Oigan, oigan, que nos hemos olvidado de los samaritanos. ¿Quién va a trabajar con ellos?
Juan - Siempre llegas tarde, Felipe. Mateo y Andrés ya están aparejando el mulo para ir allá.
Felipe - Bueno, esto camina. ¡Echaremos las redes al norte y al sur, al oriente y al poniente!
Pedro - ¡Y en Jerusalén, como están los peces gordos, nos quedaremos los pescadores más fuertes!(1)
Juan - ¡Qué fanfarrón eres, Pedro! ¡Ese vicio no te lo quita a ti ni el Santísimo Espíritu!

Los que nos quedamos en Jerusalén con María, la madre de Jesús, la Magdalena y otras mujeres, queríamos reunir a unos cuantos vecinos del barrio y empezar por ahí, como Jesús, cuando formó nuestro grupo en Galilea. Una tarde, Pedro y yo estábamos hablándole a un puñado de gente allá en el Pórtico de Salomón, el que da a la explanada del Templo, cuando llegaron los soldados…

Soldado - ¡A ver estos piojosos! ¡Fuera de aquí! ¡Fuera de aquí! ¡Ya tenemos bastantes alborotadores en Jerusalén! ¡Y encima esta plaga de galileos! ¡Fuera! ¡Fuera de aquí!

Los guardias del Templo, furiosos, con las espadas desenvainadas, dispersaron el grupo en un momento y nos echaron mano a nosotros. Aquella noche, Pedro y yo la pasamos en el calabozo.

Pedro - ¿Tienes miedo, Juan?
Juan - ¡Lo tengo, pero guardado en el bolsillo! ¿Y tú, tirapiedras?
Pedro - ¿Yo? Cuando me vea delante de esos tipos, voy… voy a respirar primero tres veces y…
Juan - ¿Y después?
Pedro - Y después les voy a decir todo lo que se merecen, caramba. Hace muy poco tiempo Jesús estuvo aquí mismo y les supo cantar las verdades, ¿no? Pues tenemos que hacer lo mismo que él, Juan, lo mismo que él.

Al día siguiente nos llevaron delante del viejo Anás y de su yerno Caifás, el sumo sacerdote que había condenado a Jesús. Con ellos estaban un tal Juan y un tal Alejandro, también de la familia de Beto, de la gente más rica de la capital, y otros consejeros del Sanedrín.

Caifás - Díganme, embaucadores, ¿con qué autoridad reúnen a la gente para llenarles la cabeza de patrañas, eh?

Caifás trataba de disimular su furia, pero no lo conseguía.

Caifás - Agitadores del pueblo, basura de pescadores, chusma de Cafarnaum, les venimos siguiendo los pasos, ¡para que lo sepan! ¡Sabemos de sobra quiénes son ustedes y lo que traman!  A ver, respondan: ¿con qué autoridad andan calentándole la cabeza al pueblo ignorante?
Pedro - ¿Y tú eres el que nos preguntas? Tendríamos que preguntarte nosotros en nombre de todos los pobres de Israel con qué autoridad sentenciaste tú a Jesús de Nazaret y lo enviaste a la muerte.
Magistrado- ¡Maldito galileo! ¿Cómo te atreves a hablarle así al sumo sacerdote?

Pedro se mordió los labios, pero siguió hablando.

Pedro - Ustedes crucificaron a Jesús, pero no se salieron con la suya, porque Dios lo levantó de entre los muertos. Él está vivo, ¿me oyen? ¡Está vivo! ¡Y nosotros somos testigos de esto!
Caifás - ¡Charlatán! ¡Estás loco de remate! ¡Ja, ja, ja!
Juan - No, Pedro no está loco. Ni yo, ni ninguno de los que hemos escuchado la buena noticia de Jesús. ¡Los locos son ustedes, ustedes que lo sacaron a él fuera de la ciudad como a una piedra de desecho! ¡Pero Dios lo escogió como piedra angular, para que se enteren!
Caifás - ¡Maldita sea, llévense a estos deslenguados de aquí ahora mismo! ¡Azótenlos! ¡Para que escarmienten en su propio pellejo!

Entre cuatro soldados nos sacaron a empujones de la sala y nos metieron en los calabozos del sótano. Caifás y los magistrados se quedaron cavilando.

Magistrado- ¿Qué podemos hacer con esta gentuza, excelencia? Son unos pobres diablos, sí, pero también son testarudos como camellos. ¡Galileos al fin!
Escriba - Ya dicen, y dicen bien, que de tal palo tal astilla. Son igual de rebeldes que el maldito nazareno, ¿no cree usted, excelencia?                                          
Magistrado- Lo peor es que desde hace un tiempo la chusma los sigue a todas partes, excelencia.
Caifás - ¡Excelencia, excelencia! ¿ Es que no saben decir más que sandeces? ¡Imbéciles! ¡No hemos sabido cortar por lo sano! ¡Aquí no ha valido matar al perro, porque sigue la rabia! ¡Los mandaremos a crucificar a todos a la vez! ¡Estoy harto de que Pilato me pida a mí la responsabilidad de los disturbios callejeros!
Anás - Vamos, vamos, tranquilízate, querido yerno, no te pongas así por tan poca cosa. Estos tipos se han envalentonado con la engañifa del profeta que vuelve a vivir. Pero son de mala madera. Vamos a asustarlos un poco. Por hoy, caliéntales el cuero y ya verás cómo se les va enfriando la cabeza. y también la lengua.

Después de azotarnos nos llevaron nuevamente a la sala del Gran Consejo.

Caifás - Escuchen bien, galileos: este tribunal les prohibe terminantemente volver a hablar en las calles de ese tal Jesús, que fue al patíbulo, reo de la peor rebeldía. ¿Está claro?
Pedro - No, no está claro.
Caifás - ¿Qué es lo que no está claro, malditos?! ¡Este tribunal habla en el nombre del Dios vivo!
Pedro - No, este tribunal habla en el nombre de los intereses de ustedes. ¡El Dios Vivo no tiene nada que ver con esto!
Juan - ¡Prohiban, prohiban, sigan con sus prohibiciones! ¡Nosotros obedeceremos a Dios antes que a los hombres!

Tenían el dinero, tenían el poder, pero también tenían miedo a la verdad, a que el pueblo se levantara contra ellos si nos hacían algo a nosotros. Por eso aquella mañana nos dejaron libres. Fue el Espíritu de Jesús quien nos dio fuerzas ante el tribunal y bajo los látigos de los verdugos.(2) Y el tirapiedras y yo salimos de allí con la espalda hecha trizas, pero contentos de haber dado la cara por el Reino de Dios.

María - ¿Y qué les dijeron esos tipos? Cuenten, cuenten.

En la casa de Marcos, las mujeres y los demás compañeros nos esperaban impacientes.

Pedro - ¿Que qué nos dijeron, María? Miren… ¡Así dicen ellos las cosas!
Susana - ¡Pobres muchachos! ¡Cómo les han dejado las espaldas, Dios del cielo!
María - Con compasión no se cura esto, sino con carne cruda. Ea, Susana, vamos a buscar unos trozos para ponerles en las heridas.
Felipe - Y ustedes, ¿qué hicieron?
Juan - Lo que había que hacer. Acusarlos. Decirles bien claro que ellos mataron a Jesús, pero que con eso no se acabó el asunto.
Felipe - ¿Y qué?
Juan - Y nada. Esos engolletados no escuchan nada. Están sordos.
Susana - Bueno, al principio Siempre es así. Pero luego ya Dios
les irá abriendo las entendederas…
Pedro - ¿A quién? ¿A esos ricachones del Sanedrín? No, Susana, no se haga ilusiones. Yo creo que esa gente tiene tan tupidas las orejas que aunque un muerto resucite y les grite la verdad no le hacen caso. Porque no hay peor sordo que el que no quiere oír.
Susana - No hables así, Pedro. Al fin y al cabo, ellos son los que tienen la cazuela por el asa. Si ellos no se convierten y aflojan un poco, estamos perdidos.
Juan - Perdidos estarían si nos sentamos a esperar que ellos nos dejen meter la cuchara. No sea tan inocente, Susana. Mire, ¿usted ha visto en alguna casa que levanten primero el tejado y luego pongan los cimientos, ¿no, verdad? ¿Y ha visto algún árbol creciendo de arriba para abajo?
Susana - Tampoco.
Juan - Pues tampoco va a ver que las cosas cambien desde arriba.
María - Entonces menos palabras y al grano. ¿No decimos que a unos les falta lo que a otros les sobra? ¿Y que en el Reino de Dios todos somos iguales? Pues vamos a poner junto todo lo que tengamos, el dinero y todas las cosas. ¡Y a ver qué pasa!
Pedro - María tiene razón. Y vamos a comenzar aquí mismo, en este grupo. Y que los del grupo de Ofel hagan lo mismo que bastantes viudas y huérfanos hay por ese barrio. Y los que están con Santiago y los del grupo de esa muchacha Lidia, lo mismo. Que nada sea de nadie y que todo sea de todos.

Fue en aquellos primeros tiempos cuando entendimos que si todo lo poníamos en común, los problemas podían empezar a solucionarse. Y en los pequeños grupos que se iban formando en Jerusalén la costumbre prendió muy pronto. Y aquello de tenerlo todo en común,(3) de no conservar nada propio, se convirtió en la señal de los que llevábamos adelante la causa de Jesús. Así nacieron las primeras comunidades. Nadie entraba en ellas si no compartía todo lo suyo con los demás.

Bernabé - Miren, compañeros, he vendido el terreno que tenía por el camino que sale a Jaffa. Ha sido un buen negocio. Aquí está lo que me han dado.

Era José Bernabé, un levita de la isla de Chipre, que se unió pronto al grupo y que con el tiempo llegó a trabajar tanto por el evangelio.

Viuda - Ay, hijos, yo soy viuda y poco tengo, pero mi viejo me dejó unos ahorritos por lo que me pudiera pasar. Y yo me digo, ¿para qué los voy a tener guardados en un agujero cuando hay tantas necesidades que remediar?

Era la Vieja Noemí, arrugada como una pasa, pero con el corazón más nuevo que ninguno.

Esteban - ¡Hermanos! ¿Saben una cosa? ¡Por fin conseguí trabajo en el taller de Jasón, el curtidor! El jornal no es mucho, pero, al menos, ya no estoy aquí de zángano. ¡Ya tengo un granito de arena que poner en el grupo, caramba!

Era Esteban, un muchacho joven y bien dispuesto, que empezó dando su jornal y su tiempo para la causa de Jesús y que terminó un día dando hasta su sangre. Cada vez se unían más a la comunidad. Eran hombres y mujeres del pueblo que llevaban sobre las espaldas años y años de sufrimiento y de esperanza y que estaban decididos a luchar y a compartir. Costó, sí, costó mucho eso de acostumbrarse a que las cosas de cada uno fueran de todos, a no decir mío ni tuyo. Era un milagro aquello, pero lo fuimos consiguiendo y éramos felices. El Reino de Dios empezaba a abrirse paso en pequeños grupos en donde no había ningún necesitado, ningún hambriento, porque todo se ponía en común. Y también en común se hacía la fiesta…

Pedro - ¡Padre, como se recogen los granos de trigo dispersos por el campo para formar con ellos un solo pan, reúnenos también a nosotros, los pobres de la tierra, únenos para que seamos fuertes, apriétanos junto a ti para que podamos levantar entre todos el Reino de justicia que tú nos prometiste por boca de Jesús, tu Hijo, nuestro gran Liberador!
Todos - ¡Amén, amén!

El primer día de la semana nos reuníamos en las casas de los compañeros. Rezábamos juntos a Dios, el Padre de Jesús, y comíamos juntos también. En mitad de la comida, partíamos el pan, para dar gracias a Dios por tantas cosas.(4) Y en los barrios y en la calle y en todos los rincones de la ciudad, como la marea cuando sube, como el pan cuando fermenta, crecíamos, Eramos muchos, muchísimos, pero teníamos un sólo corazón y una sola alma.

Caifás - ¿Qué es esto? ¿Una plaga, una lepra, una fiebre? ¡Hay que acabar con esos locos de una vez por todas o ellos acabarán con nosotros! ¡Aún estamos a tiempo!
Gamaliel - Excelencia y colegas del Sanedrín, tengan cuidado con lo que van a hacer. Hace un tiempo se levantó Teudas, dándoselas de ser el Liberador. Y lo siguieron como unos cuatrocientos hombres. Pero cuando lo mataron, los que iban detrás se dispersaron y todo se acabó. Y lo mismo pasó con aquel otro galileo rebelde, ¿no se acuerdan? Dejen quietos a estos hombres que siguen a ese tal Jesús. No se metan con ellos. Si este asunto es cosa de hombres, se acabará. Pero si es de Dios, no lo podremos destruir nosotros.

Y como el asunto de Jesús era cosa de Dios, siguió adelante. Aquel granito de mostaza que el moreno había plantado en Galilea, a las orillas del lago, creció y creció, echó raíces en Jerusalén y extendió sus ramas por toda la tierra de Israel.



Hechos 2,42-47; 4,1-22 y 32-37; 5,28-42.


1. Las primeras comunidades cristianas se formaron en Jerusalén, poco después de los acontecimientos de Pascua. Las formaban los discípulos de Jesús, las mujeres y hombres de Galilea o de Judea que le habían conocido y seguido durante su vida y otros israelitas y algunos extranjeros que se iban acercando a aquellos grupos y se integraban en ellos. En aquellos comienzos, lo que llamaba más la atención a «los de fuera» era el espíritu comunitario con que vivía aquella gente. Fieles al evangelio de Jesús, el principal distintivo de las comunidades fue compartir. La influencia que en el cristianismo naciente tuvieron las primeras comunidades de Jerusalén desapareció cuando la ciudad fue destruida unos 40 años después de la muerte de Jesús. Esto contribuyó poderosamente a que el cristianismo se desligara del judaísmo, en el que había tenido su origen, para expandirse por todo el mundo mediterráneo.

2. Desde los mismos orígenes del cristianismo y durante los primeros siglos de expansión de la fe cristiana, hubo persecuciones contra los que acogían el mensaje de Jesús. Al comienzo, los mismos sacerdotes que juzgaron, condenaron y asesinaron a Jesús, persiguieron a sus discípulos y los llevaron ante los tribunales. Las primeras comunidades tuvieron serios problemas con la institución religiosa judía y en la medida en que se multiplicaron, las persecuciones fueron en aumento. La mayoría de los discípulos murieron asesinados como Jesús y durante los tres primeros siglos hubo miles de mártires entre los hombres y mujeres de aquellos grupos originales. El primero de estos mártires fue Esteban, un diácono que pertenecía a la comunidad de Jerusalén (Hechos 7, 1-60; 8, 1-3).

3. Lo más original de la práctica de las primeras comunidades cristianas fue poner todo en común, compartir sus bienes. Los primeros cristianos ponían su dinero, sus tierras, el producto de sus cosechas, sus casas y el jornal que recibían por su trabajo, al servicio de la comunidad. «Miren cómo se quieren», decían los demás, asombrados por aquel nuevo estilo de vida comunitaria.

4. Los primeros cristianos se reunían para partir el pan. Estas celebraciones no se llamaban entonces «eucaristía» ni mucho menos «misa», sino «la fracción del pan». Con esta expresión se indicaba que se congregaban para comer juntos en una mesa común y así hacer presente a Jesús, el que les había enseñado a compartir. Las primeras celebraciones de la «fracción del pan» no eran reuniones rituales en un templo. No había templos entonces. Las comunidades se congregaban en casas de familia. Los textos de los Hechos de los Apóstoles y de algunos documentos antiguos conservan la estructura que tendrían estas reuniones. Las asambleas comenzaban cuando uno de los discípulos o de quienes recorrían otras ciudades o países llevando el mensaje de Jesús ponía en común con todos lo que había hecho durante aquellos días -problemas que se habían presentado, viajes, proyectos, necesidades de los huérfanos, de las viudas, creación de nuevas comunidades-. Después, seguía un saludo, llamado el «beso de la paz» (1 Pedro 5, 14), con el que comenzaba la comida comunitaria, en mitad de la cual se compartía el pan. Se terminaba con el canto de salmos y oraciones en común. Si había llegado alguna carta de los apóstoles que estaban fuera, se leía también en común. Algunas de estas cartas se conservan en la Biblia: de Juan, de Pedro, de Santiago, de Judas Tadeo y muchas de Pablo.

[«Un tal Jesús». José Ignacio y María López Vigil. Salamanca 1982. Volumen 2, págs. 1164-1172]

No hay comentarios:

Seguidores

Etiquetas

20 N Abraham Abstención Abuelez Abuso de menores Abuso de poder Abusos sexuales Acacia Acebo Aceras Actualidad Acuario Ada Colau Adán Adolfo Suárez Adviento Aféresis Afganistán Afilador Afirmación África Agricultura Agua Aguaviva Agustín del Agua Agustinos Filipinos Ain Karem Aire libre Ajo Alandar Albert Einstein Alberto Cortéz Alberto Iniesta Albino Luciani Alcalde Aldous Huxley Alegría Alejandro Guillermo Roemmers Aleluia Alemania Alex Ubago Alfabetización Alfonso Álvarez Bolado Alfredo Velasco Alicante Alicia Martín Baró Alimentos CE Alma de las cosas Almendro Álvaro Pombo Alzheimer Amando López Amanecer luminoso Amapola Aminatou Haidar Amistad Amor Amusco Ana y Simeón Anacoreta Anastasio Rojo Ancianidad André Wénin Andrés C. Bermejo González Andrés Torres Queiruga Ángel Álvarez Ángel Galindo Ángel García Forcada Animaladas Aniversario Anthony de Mello Anton Chejov Antonio López Baeza Antonio Machado Antonio Machín Año nuevo Añoranza Aparcamiento Apocalipsis Apócrifos Árbol Argentina Arguiñano Armarios Armas Armonio Arte Ascensión Ascensor Asertividad Asesinato Aspidistras Astou Pilar Asunción Ataxia Atletismo Atrio.org Auditorio Miguel Delibes Ausencia Austeridad Autoconfianza Autoridad Avaaz Avería Avisos Ayelet Shaked Aymeric Picaud Ayuntamiento Azorín Azucenas Baltasar Garzón Banco de Alimentos Banco de España Barack Obama Barcelona Barrio de Delicias Barro Bartolomé Esteban Murillo Baruck Spinoza Bautismo Baxter Keaton Beagle Beatriz Cariño Beethoven Belén Benedicto XVI Benito Prieto Coussent Benjamín Prado Bernabé Berta Berto Bertolt Brecht Biblia Biblioteca Bicicleta Bienaventuranzas Bienve Blog Bloque Blowin’ in the Wind Bob Dylan Boda Boj Bolivia Bolsa Bondad Borja Borrado Breva Breviario Buena voluntad Buenos consejos Bufanda Bujedo Cabreo Cactus Cadarso Café Cala Calabaza Calendario Calidad de vida Cáliz Calor Calzado Caminar Camino Camino Astorga Redondo Camino del Pesquerón Campamento Campeonato Mundial de Fútbol Canal de Castilla Cáncer Cancha deportiva Canela Canena Cantabria Caracoles Cardenal Martini Caritas Cáritas Carlos Carlos Aganzo Carlos F. Barberá Carlos González Vallés Carlota Carmen Tablada Carnaval Carne Castilla Castromocho Castromonte Catecismo Catecismo Holandés Catedral Catequesis Caza CCP Cedro Celibato Celina Maricet Celtas Cortos Cena de Pascua Cenar Cenizas Censura Cervantes César Vallejo Change.org Chapuzas Charlot Chetán Chile China Chiquilladas Chispa Cielo Ciencia Cine Ciro Alegría Cisne Claudio Coello Claudio Sánchez Albornoz Clint Eastwood Clonar Cocina Codex Calixtinus Codorniz Coherencia Colegio Colesterol Colón Coltán Comadreja Comedor Social Comentarios Comer Comillas Compañeros Compasión Competición Compromiso Comuneros Comunicación Comunión Concilio Vaticano II Cónclave Concurso Conferencia Episcopal Española Confesión Congo Constitución Española Consumismo Contaminación Control Córdoba Cordura Corea del Norte Corea del Sur Coronavirus Corpus Corrección Correo Corzos Cosas Cosas de la vida Cosecha Creación Credo Crisantemos Crisis Cristales Cristianisme i Justícia Cristo Crucificados Crucifijo Cruz Cuadros Cuaresma Cuento Cueva del Cobre Cuidados Paliativos Cultura Cumbre sobre Clima de Copenhague Cumpleaños Curiosidad Dalí Dámaso Alonso Daniel Barenboim Daniel González Poblete Dante Dante Pérez David Déficit de atención Delacroix Delatar Delibes Delito informático Democracia Dentadura Denuncia Deporte Derecho Derecho a la intimidad Derecho Canónico Derecho de propiedad Derechos Humanos Desagües Desahucio Desaparición Desarrollo sostenible Descalificación Descubrimientos Desiderio Desilusión Despedida Despertar Día de los Sin Techo Diálogo Diapositivas Dietrich Bonhoeffer Difuntos Dignidad Dinamarca Dinero Dios Dios con nosotros Distopía Diversidad Dolor Dolores Aleixandre Domingo Don Dionisio Don Domnino Donald Jhon Trump Donald Zolan Doñana Droga Duda Duende Duero Ébola Ecce Homo Eclesalia Ecología Economía Edad Edelweiss Edición Eduardo Galeano Eduardo Haro Tecglen Ejercicios espirituales El Cid El club de los poetas muertos El Corazón de Jesús El factor humano El Gordo y el Flaco El Mal El muro de Berlín El Norte de Castilla El País.com El Papa El pinar El Pino El Roto El Salvador El tiempo Elba Julia Ramos Electricidad Eloy Arribas Eluana Emaús Emigración Emilia Pardo Bazán Emilio Calatayud Emisión Emma Martínez Ocaña Emoción En Portada Encinas Energía Enfermedad Enrique Barquín Sierra Enrique Estencop Equilibrista Erlich Ernestina de Champourcin Ernesto Cardenal Escalera Escritura Escuela Escultura Esfuerzo Esgueva Esopo España Esperanza Esperanza Aguirre Espíritu Estafa Estandarte de San Mauricio Estrellas Estrellita Castro Estudios Eta Eucaristía Eugenio Europa Euros Eurovisión Eutanasia Eva Evangelio Evidencia Evo Morales Expectación Extranjeros Eylo Alfonso Ezequiel Ezequiel Zaidenwerg Fabio Nelli Facundo Facundo Cabral Familia FAO Fe Febrero Federico García Lorca Feedly Felicidad Felicitación Felipe Felipe VI Félix López Zarzuelo Félix María Samaniego Fernán Caballero Fernando Altés Bustelo Fernando Fernán Gómez Fernando Lorenzo Fernando Manero Ficus Fidel Castro Fidela Fidelidad Fin de año Fiódor Mijáilovich Dostoievski Florence Nihtingale Florentino Ulibarri Flores Florián Rey Folk Fontanería Forbes Forges Foto palabra Fotos Fotos raras Fra Angelico Francia Francis Francisco Cerro Chaves Francisco de Asís Francisco Pino Frases Friedrich Engels Friedrich Wilhelm Nietzsche Frutas Frutos Fuego Fuencisla Fuensanta Fumar Funeral Fútbol Futuro G. B. Ricci Gabriel Celaya Gabriel Fauré Gabriel García Márquez Gabriela Mistral Gaillot Gala Galarreta Gallinas Gamberrada Gandhi Garoña Gas Gatos Gaza Género Generosidad Gente Gerhard Ludwig Müller Girasol Gitanos Gloria Fuertes Godspell Góngora Google Docs Goya Goyo Ruiz Granada Grecia Greda Gregoriano Gregorio Fernández Gripe A Gripe porcina Grupo sanguíneo Guernica Guerra Guerra española Gumi Gustavo Adolfo Béquer Gustavo Gutiérrez Gustavo Martín Garzo Gustavo Poblete Catalán Gutenberg Hacienda Haiku Haití Hambre Hamlet Lima Quintana Händel Hans Küng Harina Haruki Murakami Helecho Hemodonación Hermanitas de los pobres Hermanos Marx Higo Higuera Hiperactividad Hirosima Historia Historias HOAC Hobbes Hodegética Hogar Horacio Horario de invierno Horario de verano Hormigas Hortensia Hosta Huelga Humanidad Humildad Humor Ibrahim iDVD Iglesia Ignacio Ignacio Ares Ignacio Ellacuría Ignacio Manuel Altamirano Ignacio Martín Baró Ildefonso Cerdá Ilusión iMac iMovie Imperio Argentina Impresora Impuestos Incendios Indagación India INEA Infancia Infierno Informe Semanal Ingenuidad Inmaculada Inmigración Innocenzo Gargano Inocencia Interesante Intermón Internet Invictus iPhone iPhoto Irak Irán Isaac Isabel Isabel y Jesús Isaías Isla Islam Israel ITV J. Ratzinger James Dean James Mollison Jan van Eyck Japón Jara Jardín Javier Domínguez Javier Fesser Jazmín Jefté Jenny Londoño Jerusalén Jesús Jesús de Nazaret Jesús Espeja Jesús Visa JMJ Joaquín López JOC Johann Baptist Metz John Carlin John Martyn John P. Meier John Selby Spong Jon Sobrino Jorge Cafrune Jorge Manrique Jorge Negrete José Afonso José Antonio Pagola José Arregui José Delicado Baeza José Gómez Caffarena José Hierro José I. González Faus José Jiménez Lozano José Luis Borges José Luis Cortés José Luis Cuerda José Luis Martín Descalzo José Luis Martín Vigil José Luis Saborido Cursach José Luis Sampedro José Manuel Calzada José Manuel Vida José María Castillo José María de Pereda José María Díez-Alegría José María Manso Martínez José Martí José Mugica José Zorrilla Juan Antonio Marcos Juan de Juni Juan Goytisolo Juan José Tamayo Juan José Tamayo Acosta Juan Martín Velasco Juan Masiá Clavel Juan Pablo II Juan Ramón Jiménez Juan Ramón Moreno Juan Valera Juan Vicente Herrera Juan XXIII Jubilación Judit Juegos Jueves Santo Julia Ardón Juliana Vermeire Julio Lois Justicia Justicia y Paz Juventud Karl Marx Karl Rahner Kaunas Khalil Gibran Konrad Adenauer La Alhambra La Arbolada La Cañada La Codorniz La Fontaine La radio La Ser La Virgen de Guadalupe Labordeta Lacomunidad.elpais.com Lágrimas Laico Lampedusa Lanuza Las Cambras Las Edades del Hombre Las mañanitas Las Villas Laurel Lawrence Ferlinghetti Lenguaje Leocadio Yagüe León León Felipe Leon Gieco León Gieco Léon L'hermitte Leonard Cohen Leonardo Boff Leopoldo Panero Lesbos Ley Ley del aborto Leyendas Libertad Libertad de expresión Libia Libros Lilas Lilit Limonero Limpieza Lina Lince Linda Literatura Lituania Liu Xiabo Liuba María Hevia Llano Llaves Lluis Llach Lluvia Lola Lombarda Lope de Vega López Vigil Loquillo Luar na lubre Lucía Caram Ludwig Feuerbag Luis Argüello Luis Darío Bernal Pinilla Luis Espinal Luis García Huidobro Luis García Montero Luis González Morán Luis Guitarra Luis Mariano Luis Pastor Luis Resines Luna Lunes Lunes Santo Lutero Machismo Maestro de escuela Mafalda Magisterio eclesiástico Mal Maltrato Malvarrosa Mamá Manifiesto del día internacional del Voluntariado Manifiesto por la Solidaridad Manos Manos Unidas Manuel Azaña Manuel del Cabral Manuel Mujica Láinez Manuel Sánchez Gordillo Manuel Vicent Manuela Carmena Máquina Marc Chagall Marciano Durán María María Magdalena María y José Mariamma Mariano Cibrán Junquera Maricas Marinaleda Mario Benedetti Mark Twain Marruecos Marte Martes Santo Martha Zechmeister Martín Jelabert Martin Luther King Martin Niemöller Martirio Marzo Máscara Matilde Moreno rscj Matrimonio Matteo Ricci Maximino Cerezo Barredo Mayo'68 Medicina Médicos sin frontera Medina de Rioseco Medio ambiente Mediterráneo Membrillo Memoria Mentiras Mercado Mercedes Cantalapiedra Mercedes Navarro Puerto Mercedes Sosa Meses México Mi canario Mi casa Mica Michael Czerny Michel Quoist Miedo Miedo escénico Miércoles de Ceniza Miércoles Santo Miguel Ángel Baz Miguel Angel Buonarroti Miguel Ángel Ceballos Miguel Ángel Mesa Miguel Cabrera Miguel de Unamuno Miguel Hernández Miguel Ligero Miguel Manzano Milagro Millán Santos Ballesteros Minueto Miradas Mirlo Mis Cosas Mistagogia Moda Moderación Moisés Moli Molino Monasterio de Moreruela Monseñor Algora Monseñor Romero Montaña Montealegre Moral Moral de la Reina Morgan Freeman Morir con dignidad Morten Lauridsen Mosca cojonera Mosqueo Mouse Mucho queda por hacer Muerte Mujer Mundo rural Munilla Muros Muros de la vergüenza Museo Museo del Prado Museo Oriental Música Nacimiento Nadal Narcisos Natación Natalicio Naturaleza Navidad Neil Armstrong Neila Nelson Mandela Nevada Nicodemo Nido vacío Nieve Niñez Nochebuena Nombres Nona Nuevo Mester Obediencia Obras Obsolescencia Ocas Octavio Paz Oliver Sacks Olivo Olor ONU Opera Oración Ordenador Oro Ortega y Gasset Oscar Wilde Oslo Otoño Pablo Milanés Pablo Neruda Pablo Picasso Paciencia Paco Alcántara Padre nuestro Paellada País Vasco Paisajes Pájaros Pajarradas Pala Palabras Palacios de Campos Palacios del Alcor Palencia Palestina Palomas Pamplona Pan Pancho Pancho Aquino Papá Papa Francisco Paquistán Para pensar Paradilla Paraguas Parlamento Europeo Paro Parque infantil Parquesol Parras Parroquia de Guadalupe Parroquia La Inmaculada Parroquia Sagrada Familia Parroquia San Ildefonso Parroquia San Pedro Apóstol Partenia Partidos Políticos Partituras Pasado Pasatiempos Pascua Pasión Pastores y ángeles Patata Patines Patxi Loidi Pavo real PayPal Paz Paz Altés PDF Pedro Ansúrez Pedro Antonio de Alarcón Pedro Calderón de la Barca Pedro Casaldáliga Pedro José Ynaraja Pedro Miguel Lamet Pentecostés Peñalara Peñalba de Santiago Pep Lladó Perdón Pereza Periodismo Periquito Perplejidad Perroflauta Perrunadas Persianas Personas Pesetas Pete Seeger Peter Menzel Pez Piano Picasa Pico Pie Jesu Pierre Teilhard de Chardin Pilar Pilar del Río Pintada Pinturas Pirineo Piscina Pisuerga Plaga Plantas Plaquetas Plasma Plástico Plata Platón Plaza de Tian'anmen Plegarias Pluralidad Pobreza Poda Poder Poesía Pol Política Pornografía Portugal Pozo Predicación Pregón Prejuicios Premio Nobel de la Paz Premios Goya Presencia Presentación Presente Preservativos Primavera Primavera de Praga Primera Comunión Profetas Prohibir Protesta Proyección Proyecto Hombre Prudencia Prudencio Publicidad Pueblo Puertas Quemadura Quevedo Quijote Quino Quintín García Quira Racismo Radiactividad Raíces Ramadám Ramón Ramón Cué Romano Ramos Rastrojos Ratón Raúl Castro Realidad Recados Recambio Recidiva Recolección Record Guinness Recorrido virtual por el Santo Sepulcro Recuerdos Redes Cristianas Reedición Reflexión Regalo Religión Religión Digital Reloj Remuñe Renglones Repuesto Reseña Bíblica Residencia de Ancianos Resiliencia Resistencia Resurrección Retiro Reyes Magos Ricardo Blázquez Ricardo Cantalapiedra Ripios Risa Roberto Roberto Rey Rock Rogier van der Weyden Rosa Rosalía Rosario Roselen Rossini Rostros Roy Bourgeois Rubén Darío Rudyard Kipling Rut Sábado Santo Sábanas Sabine Demel Sacerdocio Sahara Sal Sal Terrae Salamanca Salomón Salud Samuel Samuel Aranda San Agustín San Antón San Antonio San Bartolomé San Benito San Esteban San Ignacio de Loyola San Isidro San Jerónimo San Joaquín y Santa Ana San José San Juan Bautista San Juan de Ávila San Juan de la Cruz San Lorenzo San Miguel del Pino San Pablo San Pedro San Pedro Regalado San Romà de Sau San Roque San Valentín Sancho Sandalias Sandro Magister Sangre Sanidad Sansón Santa Ana Santa Clara de Asís Santa Espina Santa Marta Santa Mónica Santa Teresa Santiago Santiago Agrelo Martínez Arzobispo de Tánger Santidad Santos Santos Cirilo y Metodio Santos Padres Sara Saramago Saulo Scott Fitzgerald Seattle Seguimiento Segundo Montes Selecciones de Teología Semana Santa Seminario Sentimientos Seriedad Servicio Jesuita a refugiados SGAE Shakespeare Shūsaku Endō SIDA Siega Siesta Silencio Siloé Silverio Urbina Silvia Bara Silvio Rodríguez Simancas Simone de Beauvoir Sínodo Siquem Siria Sócrates Sol Sola Soledad Solentiname Solidaridad Soltería Somalia Sopa Soria Sorolla Sotillo del Rincón Stéphane Hessel Stephen Hawking Sudor Sueños Sumisión Suni Sur T. S. Eliot Tabaco Taco Talleres López Tamarindo Tamarisco Tamiflú Tano Taray Tarifa TBO TDT Tea Teatro Teléfono Televisión Temor Tener tiempo Tensión arterial Teófanes Egido Teología Teología de la Liberación Tercera Edad Tere Teresa Forcades Ternura Terremoto Terrorismo Tetas Thomas Becket Tierra de Campos Tiken Jah Fakoly Tolkien Tomás Apóstol Tomás Aragüés Tomás Moro Tomás Segovia Tomates Torío Toro Torres gemelas de Nueva York Trabajo Tráfico Traición Transición Traveling Wilburys Trigo Trini Reina Trinidad Trufa Tsunami Tumba Twitter Ucrania Umberto Eco Unción de Enfermos Unidad Universidad Urbanismo Urracas Uruguay Utopía Uvas Vacaciones Vacuna Valladolid VallaRna Valle de Pineta Valle del Silencio Valporquero Van Gogh Vaticano Vegacervera Vejez Velázquez Velicia Ventanas Ventiladores Ventura Ventura García Calderón Verano Verdad Verduras Viajes Vicente Aleixandre Vicente Huidobro Vicente Presencio Revilla Víctor Codina Víctor Heredia Víctor Jara Vida Vídeo Viento Viernes Santo Viktor Frankl Villalar Villalón Villancicos Villaverde de Íscar Vino Viña Violencia de género Violencia en las aulas Violetas Virgen del Carmen Virgen del Pilar Visita Vladímir Mayakovski Voluntariado Vuelo 605 Whitney Houston Wikiquote Winston Churchill Wislawa Symborska Woody Allen Xabier Pikaza Yankhoba Youtube Zacarías Zenón de Elea